MARINA PAÑOS/EL RACÓ DEL LECTOR. Ese día, todo parecía normal. Estaba siendo un día más, pero no iba a ser un día cualquiera. El despertador sonó puntual como cada mañana y la rutina se fue abriendo paso. Nada me hacía presagiar que una nueva oportunidad – tal vez la más bonita que me habían ofrecido hasta la fecha – estaba a punto de irrumpir en mi vida para ponerla patas arriba llenándome de ilusión y nervios a partes iguales. Siempre he pensado que las cosas ocurren en un instante, y no es un tópico romántico, es una realidad porque lo que os voy a contar ocurrió así, en un instante.
Hacia mitad de la mañana de aquel jueves de hace dos semanas, a la salida del cole donde estaba realizando las prácticas de mi segunda carrera – esta vida loca me llevó a volver a la Universidad – y antes de subirme a la bici para volver a casa, consulté mi teléfono y allí estaba la notificación de un mensaje en mi buzón de Instagram de una persona desconocida hasta aquel día, así que lo abrí sin pensar y leí: ¿Te interesaría tener un rincón para hablar de Literatura?
Me quedé con la bici agarrada por el manillar en un esquina, releyendo una y otra vez aquel mensaje; hasta os puedo jurar que sentí que el tiempo se paraba y a mi alrededor la gente caminaba a cámara lenta, como en esas películas románticas que ponen en cualquier canal los sábados. La diferencia era que yo no intercambiaba miradas con un amor imposible y aquello obviamente no era una película. Así que, poco a poco y muy consciente de lo que contestaba a aquel mensaje tecleé las dos letras mágicas S-I y continué mirando la pantalla. Necesitaba saber qué pasaba en la siguiente escena de mi vida. Seguí mirando mi Smartphone, expectante, hasta que esta desconocida volvió a escribir: “dime tu teléfono y te llamo”. Como intuiréis no dudé ni un segundo en escribir mi número, así que a pesar de que yo habitualmente soy olvidadiza en lo que a mi número de teléfono se refiere, para mi sorpresa lo tecleé sin ningún tipo de esfuerzo memorístico. ¡Ay selectivo cerebro! Tú que vas por libre, cómo sabes cuándo recordar las cosas…
Y lo que vino después fue una larga llamada de teléfono con una persona a la que sin conocerla, ni haberla visto nunca, conectas, te abres, te expresas, te hace dudar, pero finalmente algo te dice que lo que te ofrecen es para ti, que tú puedes hacerlo. En ese instante tomé la decisión de confiar en mí, porque hasta ahora la máxima en mi vida después de todo lo malo, de todos los años en el paro, después de tener que empezar de cero, es dejarme llevar y aceptar lo que venga con positividad. Así que a esta idea le uní la autoconfianza y aquí estoy, frente a mi ordenador, escribiendo el que es el tercer borrador de este primer texto para el “Rincón del Lector” de este diario y creo que el definitivo.
Yo soy Marina. Podéis encontrarme como Sra. Bibliotecaria en Instagram donde tengo una pequeña cuenta en la que hablo de libros e ilustración. Reflexionando estos días frente a mi ordenador para escribir este artículo he llegado a la conclusión de que mi pasión por la literatura nace cuando a los 8 años comencé leyendo poesía a escondidas y a los 10 me aprendí de memoria la Canción del Pirata de Espronceda. Un par de años más tarde, mi madre me pilló mientras me grababa recitando los poemas de Rubén Darío en el radiocasete de doble pletina que tenía por entonces. Desde esa tarde, las estanterías de mi habitación se llenaron de libros de poemas para niños y mi abuelo me presentó a Platero.
Pero esto duró lo que tardan las escuelas en obligar a leer libros que nada tienen que ver con la realidad del niño o niña a la que van dirigidos, así que poco a poco dejó de gustarme leer, porque lo que había en mi mesita de noche no lo había elegido yo. No obstante, pasaron los años y llegó la temida adolescencia- la mía fue demasiado larga y no es un decir- aunque hacia la mitad de esta vino a mi encuentro un tal Pablo Neruda con sus Veinte poemas de amor haciéndome revivir aquel sentimiento infantil de amor por la poesía.
Actualmente sigo leyendo poemarios, pero soy una apasionada de la novela desde que mi madre al final de un verano, no puedo determinar el año, pero intuyo que a principios de este siglo, puso entre mis manos el libro que hizo que realmente sintiera lo que es que un libro te atrape, te transporte y te enamore, lo que en definitiva significa LEER. Ese libro fue Memorias de una Geisha. Me fascinó de tal manera que me leí todos los libros que fui encontrando que hablaban de Japón, de sus costumbres o de su historia, porque os tengo que reconocer que soy una lectora algo obsesiva y cuando me da por un tema no hay quien me pare. De hecho, estoy segura que algún día os contaré la causa por la que tuve que dejar de leer novela negra, ya que el detonante nos puede sacar más de una carcajada.
Así que si me hacéis un hueco he venido a quedarme para proponeros libros, contaros las novedades editoriales más interesantes, invitaros a leer algún libro por el que me haya quedado fascinada, seguir contándoos mi vida como lectora y sobretodo me gustaría haceros saber que si os apetece compartir en este rincón algún texto corto, ese primer capítulo de una novela que está escondida en una carpeta oculta de vuestro ordenador o esos poemas que escribís por placer, podéis hacérmelos llegar al siguiente mail: elracodellector@diarisantquirze.cat . Porque este rincón es de todos y me gustaría formar con vosotros una gran familia lectora. Por eso, si os apasiona escribir y os motiva la idea de ver algo vuestro publicado hacédmelo llegar y tendrá un lugar especial en este rincón nuestro. Hacedme caso, dejad las vergüenzas de lado y dejaos llevar.
Nos vemos la semana que viene. Misma hora, mismo lugar.
MARINA PAÑOS. @sra_bibliotecaria
