PHIL CONNORS/TRIBUNA
Pretérito Pluscuamperfecto.
El confinamiento en el presente hace que cualquier tiempo pasado fuera o fuese mejor. La mente aleja los malos recuerdos y hace del pretérito el porvenir ideal.
El pretérito pluscuamperfecto cobra otro sentido, y lo hace potenciando el plus y el perfecto. Mucha gente cambiaría su presente por un pasado reciente.
Aquel en el que las preocupaciones eran asumibles y en el que la toma de decisiones se limitaba a trivialidades como que día quedar, o en que terraza sentarse. Hay ansia por dejar atrás este presente y anhelo porque llegue el futuro, y solo que sea igual que aquel añorado pasado ya estaría bien.
Pero hay temor a que no sea así. Hay incertidumbre y no solo por la salud sino también por cómo se moverá la economía: si por autopista o por tortuoso camino de carro; por donde andarán los contratos laborales: si a ras de suelo o bajo mínimos.
¿Qué será de los establecimientos que ya iban justos en su periplo mensual en épocas regulares? ¿Cuántos habrán perecido víctimas del daño colateral del confinamiento? ¿Cuántas personas, familias, sueños habrán sido arrastrados en un indeseado e inevitable descenso por el Maelström? ¿Cuántos, atados fuertemente a un tonel vacío, habrán conseguido mantenerse a flote a tiempo de ver de nuevo un cielo claro y esperanzador?
La persona que está en esa gasolinera, en esa, floristería, librería, tienda de ropa, agencia de viajes, de electrodomésticos, restaurante, bar, es tu amigo, tu hermana, tu primo, una vecina de la escalera, el padre de aquel compañero de trabajo o acaso tú misma, tú mismo.
Su sueldo, su futuro depende de mantener el empleo, si consumimos en comercios de proximidad ayudamos a que el tejido empresarial no se descosa y aparezcan agujeros por donde sea fácil caer.
Si consumimos productos y servicios de kilómetro 0 estamos asegurando no ya un tejido sino una cadena de múltiples eslabones y estaremos más fuertemente sujetos a tierra firme ante el próximo tsunami.
La sanidad que nos salva la vida no es un ente abstracto sino un conglomerado de personas de férrea voluntad y convencimiento, entrega y devoción. Estas personas, esta sanidad vive de nuestros impuestos y de los que pagan nuestros comercios e industrias y empresas.
Hay multinacionales y grandes corporaciones que no pagan todos los impuestos que deberían. Aportan producto barato porque explotan a quienes lo producen, cultivan o elaboran y a quienes lo reparten. No ayudan a mejorar la calidad de vida en origen y tampoco en destino solo aprovechan el viaje de tránsito para enriquecerse.
No es una proclama proteccionista sino cuestión de supervivencia: si mantenemos a flote nuestros productores, comercios y empresas de proximidad aseguramos nuestra continuidad en la partida como personas, como pueblo y como nación.
Ya no se trata de ganar sino de poder seguir jugando. Nos jugamos mucho.
Phil Connors.