PHIL CONNORS/TRIBUNA
Perfectos Desconocidos
Últimamente actrices y actores de Hollywood a quien hemos visto en infinidad de películas y a quienes reconoceríamos solo con cruzarnos en cualquier calle se someten a unas operaciones de estética que nos confunden.
Y ese radical cambio de aspecto, salvo que sea necesario por haber entrado en el programa de protección de testigos, resulta perturbador e inquietante.
Rostros cincelados, de apariencia plastificada, aún no vividos por las inclemencias del tiempo, aun no moldeados por caricias y besos.
Rostros desconocidos que cada mañana asoman a un espejo y su reflejo les desea buenos días tratándoles de usted porqué aún no se conocen.
Me guardaré mucho de criticar las razones que llevan a dar ese paso, es su cara, es su cuerpo y son libres de interactuar a su antojo, entonces ¿a qué viene este artículo?
Pretende incitar a la reflexión y debate sobre la dificultad de aceptación de nuestra individual y peculiar naturaleza contra la que parecemos estar en perpetua discordancia ¿por qué los humanos andamos siempre deseando tener lo que no tenemos?
Rubios, rubias que quisieran tener el pelo oscuro, quien lo tiene lacio suspira por unos rizos cascabeleros, quien lo tiene áspero y grueso lo desearía dócil y finito. Las mamas grandes son incomodas y la gravedad las castiga, las pequeñas no rellenan el sujetador ni atrapan miradas furtivas. Quien tiene piernas delgadas lucha por engordarlas y quien tiene michelines quiere tableta.
En las peluquerías planchan cabellos rebeldes y con la permanente encrespan los caídos; tiñen y decoloran por igual. En las mesas de operaciones de estética acortan y enderezan narices, engrosan labios, suprimen patas de gallo, suben pómulos, despiertan párpados somnolientos, liposuccionan afeantes sobresalientes e implantan brotes de pelo sugiriendo riego y abono para que engrosen su tallo y alarguen su altura.
Los cánones de belleza y estilo están al alcance de muy poca gente y sirven para señalar al resto que ni los atisba. Son como castigos divinos siempre a punto de fustigar y nada empáticos.
Operación bikini desde Navidad hasta el verano, hay quien llega tarde y quince días antes se exacerban las inclinaciones evangélicas en busca de un milagro. Operación escaparate, a todas épocas, para personas recién separadas y que buscan visibilidad.
En fin, todo tipo de motivos, razones y argumentos que solo necesitan dinero para convertirse en realidades. Y luego quienes profesan psicología y otras artes analíticas del comportamiento y de la aquiescencia individual en un entorno colectivo, se las ven y se las desean para que cada cual se acepte como es y entienda que con la edad la materia se transforma antes de destruirse.
Claro que siempre habrá practicantes de psicología como Eva, la protagonista de Perfectos Desconocidos que ya tiene hora para una mamoplastia. Y es que una cosa es el discurso y otra la realidad.